Un edificio que, por medidas de seguridad, apenas tendría ventanas al exterior, o con muy pequeñas, salvo en algunas estancias muy concretas. Los gruesos muros, levantados en tapial, se cimentarían en potentes sillares de arenisca. La eficiencia energética de este sistema de construcción está fuera de toda duda, dotando de notable confort térmico al interior de la misma.
Sin embargo, con ello no acaba la realidad arqueológica de la villa; existen otras zonas de la villa (pars rustica) donde se ha trabajado con dedicación (necrópolis, termas) que se han podido datar en esta segunda fase bajoimperial (ss. III/IV) y que conviven junto con otras de aprovisionamiento de materias primas (canales de captación de agua desde la fuente de Onvecinos, cantera de arenisca de Juandete) que son de la primera fase fundacional (s. I).
Como vemos, la Villa Romana de La Morlaca, todavía guarda y atesora numerosa información que espera ser analizada…